Todos tenemos esos buenos momentos donde todo va bien:
Las estrellas se han alineado y estás en camino de alcanzar tus metas.
Las cosas que parecen difíciles y pesadas, se levantan sin apenas esfuerzo y parecen hasta ligeras;
Te has clasificado para una competición, levantas más kg que antes, tu técnica está mejorando y los muscle ups son más fluidos que nunca;
Te has comprometido a comer bien, tu estado físico, familia y amigos, todo en orden.
Hasta que ... ¡PAM! Empieza el show de las emociones negativas:
Tienes un mal día en el trabajo. Atacas la nevera y te comes hasta el pan con pan. Empiezas a mirar Instagram y te sientes inútil y que tiras menos que el resto del mundo, sientes que no cumples con tus propias expectativas, porque has visto a otro ser humano que levanta tu RM como si nada y encima tiene 50.000 followers más que tu. Benditas redes sociales.
Encima tu compañero de entreno está en racha y aun te sientes peor.
¿Por qué cuando todo iba tan bien de repente sientes que tu mundo se ha derrumbado?
Comenzamos a culparnos y quejarnos: "Voy a cambiar a otra planificación... este plan de nutrición no funciona para mí... ¿por qué no nací con los brazos más cortos?"
También comenzamos a mirar a los demás. Esto les va bien porque tienen más tiempo, tienen más "talento"...
La fiesta de la autocompasión ha empezado y eres lo peor de lo peor, de verdad ¿no?
Pues la verdad es que simplemente hemos desviado la mente un poco, vamos, hemos cambiado de carril sin querer.
Oye, ¿y si todo lo que me está pasando no es real?
Y si fuera porque no has entrenado lo suficiente tu cabeza? O sea, tu cerebro, claro, tu mente, tu masa del cráneo. Todo tiene que ver con la mente: nuestros límites autoimpuestos, nuestras creencias subconscientes que no salen a la luz hasta que estemos tratando de mejorarnos como humanos. Vaya, hasta que intentamos cambiar..
Te autosaboteas: impides obtener lo que quieres conscientemente y por lo que estás trabajando. Es el conflicto que existe entre los deseos conscientes y los deseos inconscientes lo que se manifiesta en los patrones de autosabotaje.
No solo te impide alcanzar tus objetivos, sino que también forma parte de un mecanismo de seguridad que lo protege contra las decepciones. Miedos, cosas del pasado, valores inculcados desde...siempre, ya sabes.
Bueno, básicamente, esto significa que tu cerebro te protege de 'hacerte daño' haciendo lo que cree que es mejor, que es mantenerlo dentro de tus límites.
(Un pequeño paréntesis: No hablamos de 'salir de la zona de confort', cosa que haremos en otro momento porque, adelantamos: es una tontería enorme).
Esto no se basa en lo inteligente que eres, cuánto éxito quieres tener o las horas que le dediques.
Si no entrenas tu mente junto a tu cuerpo, entonces no sabrás qué hacer en un momento de "bajón".
Sino serás incapaz de lidiar con estos comportamientos negativos y de "autosabotaje" que pueden ocurrir. Pasas tiempo entrenando y mejorando tu cuerpo, ¿por qué no hacer lo mismo con tu mente?
¿De qué comportamientos estamos hablando?
Miedo al fracaso, dudas, te hablas a ti mismo/a de forma negativa todo el rato, estás a la defensiva, estás desmotivado/a y desconcentrado/a, preocupación constante, te sientes abrumado/a, tienes expectativas poco realistas, juzgas mucho a los demás o a ti mismo/a. Perfeccionismo fracasado, procrastinación, fatiga mental y física...
Ok, suficiente. ¿Y qué hago con todo esto? ¿Cómo me quito este peso de encima?
Siendo honesto/a contigo mismo/a.
La verdad te hará libre, pero avisamos: primero te dolerá, enfadará y no querrás verla tan fácilmente.
Identifica tu Por Qué
Como atleta, o alguien que entrena para mantenerse en forma, deberías tener tu/s objetivo/s escrito/s. Junto a estos, deberías indicar tu POR QUÉ. Tu por qué te dedicas a alcanzar estos objetivos. Tu POR QUÉ es tu compromiso y un recordatorio de por qué estás haciendo lo que estás haciendo.
Apunta tus resultados
Tus resultados son importantes. Necesitas llevar un diario de tu entrenamiento. Esto es importante no solo para ver tu progreso físico, sino también para reflexionar mentalmente sobre tu progreso real. Así puedes ver cómo de lejos has llegado y te puede servir como herramienta para superar aquellas creencias que te limitan. Además, ¡así ves tu progreso y puedes celebrar y/o recordar las pequeñas victorias!
Se responsable de tus acciones.
Ahora que sabes qué es el autosabotaje, comenzarás a darte cuenta de qué está sucediendo. Hazte responsable y pregúntate si lo que te pasa es real. ¿O...estoy en saboteandome a mí mismo/a?
Conoce los factores desencadenantes
Tómate un tiempo para reflexionar y concentrarte en situaciones en las que puedes haberte saboteado. Se honesto/a contigo mismo. Los patrones generalmente se pueden identificar.
Al conocernos a nosotros/as mismos/as y a nuestros hábitos, podemos identificar los desencadenantes que pueden causar estos pensamientos negativos y perjudiciales. Esto nos permite estar mejor preparados/as para cualquier sabotaje futuro.
Nos vamos a poner un poco sentimentales: recuerda que está bien no estar bien. No se trata de evitar las emociones negativas, sino de reconocerlas y superarlas.
Sal del gimnasio. Descansa con propósito. Estamos tan ocupados estando ocupados que a menudo olvidamos lo que es importante.
Confía en el proceso, diviértete donde y cuando puedas.
¡Ojo! El entrenamiento mental no es una solución única para todos. Lo que funciona para un atleta puede no funcionar para otro...
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